¿Y por qué no ahora? Sobre la posibilidad de entusiasmarnos
Un día antes de ponerme a pensar estas líneas para la revista, escuché una entrevista radial a Elisa Forti, una mujer de 84 años que corrió cuatro veces el cruce de los Andes, una competencia de 100km divididos en tres días por senderos de montañas. Además, ya subió el Aconcagua y es una aficionada al running para lo cual entrena todos los días. Si bien reconoce que otros deportes la acompañaron toda la vida, después de enviudar a sus 72 años, el hecho de correr con otros, le dio un sentido al momento de duelo por la pérdida de su marido.
Terminé de escucharla y decidí incluir algunas de sus palabras en esta columna. Dice Elisa en la nota: (…) ¨El cuerpo sigue a la mente, al correr se abre la mente, (…) Si no lo hacés por miedo a no poder, nunca vas a hacer nada en la vida (…) Yo no quiero ganar, quiero poder llegar y si llegué a la meta, como no voy a poder con los sinsabores de la vida. (…) (Entrevista a Elisa Forti en www.citasderadio.com.ar) #lanonaquecorre
Testimonios como el de Elisa me ayudan a preguntarme, ¿por qué postergamos los seres humanos lo que deseamos hacer o lo que no hace bien?, ¿por qué dejamos pasar los momentos en los que podemos decidir ser creadores y protagonistas de nuestras propias vidas?, ¿por qué nos ponemos tantas excusas para quedar detenidos sin darnos a nosotros mismos una vida mejor, con mayor entusiasmo?
Parece que los seres humanos somos expertos en postergar. Fanáticos de dejarnos olvidados para más adelante. Nos esperanzamos de nuestras ilusiones mágicas infantiles y vivimos esperando nuevos vientos. Nos regodeamos con esos futuros inciertos que imaginamos perfectos.
Mañana vendrán «mejores amores», «un país mejor», «mejores hijos», “trabajos que nos entusiasmen más» y hasta «mejores versiones de nosotros mismos». Cuando en el presente parece estar el tesoro, queremos bucearlo en mares que solo imaginamos. Y así, postergamos nuestro SER dándole poder al miedo que nos aquieta. Muchas veces es el miedo el que nos ata y nos deja inmóviles. Miedo a no lograrlo, a no poder, a la frustración, miedo al fracaso, a quedar expuestos frente a los demás y a su mirada. Pero todos tenemos un aspecto creativo dentro nuestro, un niño espontáneo que busca jugar y crear para lograr sentirse más contento. Pero, «quizás mañana» nos decimos, para calmar a ese niño inquieto. Y los niños saben, pero los escuchamos
poco.
Mirar un mar sin sumergirse es de alguien que decide guardarse lo mejor para otro momento. Cuando hoy vemos algo bueno y posible, preferimos seguir creyendo que su majestad la perfección vendrá a buscarnos para decirnos: «Viste que existía, que suerte que me esperaste». Ya sabemos cómo nos va en las rutas cuando nos obnubilamos por ese espejismo que vemos a lo lejos.
La vida nos convoca con toda su complejidad, con sus frustraciones y sus logros, con sus responsabilidades y sus gozos, una vida múltiple, rica y quizás un poco corta, que nos pide ser vivida con sentido. Se tratará de tomar la decisión de vivir la vida con entusiasmo, con la fuerza de quien quiere vivir de una forma plena, como lo busca Elisa cada día que sale a entrenar por la costa del río en Vicente López.
Sumerjámonos hoy, que por ahí mañana el mar ya no nos pertenece. Algo nos espera en cada momento, es eso no logrado, un camino inhóspito que todavía no transitamos, nos espera el intento, la búsqueda de lo propio. No se trata de lograrlo, muchas veces la realidad nos limita, pero en el intento puede estar la gran novedad y un motivo para estar orgullosos de nosotros mismos. Así nos sentiremos más vitales porque cuando creemos que ya no hay nada por hacer, surge esa tristeza que viene del vacío de la vida que está detenida.
En palabras de Antonio Porchia (poeta italoargentino):
«Cuando todo está hecho
las mañanas son tristes»
Por un lado, le podemos dar entonces poder al miedo para que nos gobierne, por otro, nos desafía la desfachatez, la aventura y la fluidez del entusiasmo que da buscar para nosotros mismos, una buena vida.
Y entonces… ¿para cuándo?
¡Saludos para todos!
Matías Muñoz (psicólogo)
www.matiasmunoz.com.ar